El desempleo es un factor relevante a la hora de explicar los procesos de exclusión social y su impacto no se entiende en términos de extensión relativa sino en términos de intensidad y, sobre todo, en términos absolutos.
El enorme deterioro de la cohesión social sufrido los últimos años, con un incremento notable de los procesos de exclusión y con una expansión significativa de las situaciones de precariedad, exige una reacción colectiva que invierta las tendencias. Una reacción proactiva que persiga rehacer el vínculo de las personas desocupadas con el entorno laboral, pero que también permita recuperar todas aquellas competencias que se han perdido por el camino.