los_rostros_del_poder

Los buenos liderazgos públicos, éticos y eficaces, deben analizarse desde una perspectiva triangular que interrelacione tres vértices fundamentales: líder, seguidores y bondad del propósito.

En primer lugar, el vértice del líder es la punta del triángulo más abordada e implica analizar la calidad humana y, por ende, los valores inherentes a la persona: en qué estoy comprometido. En este sentido, entendemos el liderazgo como un proceso dinámico complejo –no como una posición– en que no solo intervienen las competencias, habilidades y capacidades del líder, sino también las propias actitudes y valores fundamentales.

Sin embargo, hablar de liderazgos públicos no solo significa hablar de líderes. Los liderazgos, entendidos como una forma de proceder, ponen en marcha un proceso que afecta a las personas, la estructura de sus relaciones y el propósito de su acción. Y, en este sentido, los líderes son un vértice más que –junto con los seguidores y la bondad del propósito– conforma el llamado triángulo virtuoso del liderazgo.

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