Con el fin de entender con un poco más de claridad los liderazgos contemporáneos, resulta oportuno abordar la reflexión en torno a los diferentes estilos de liderazgo en función de las aptitudes y los recursos de poder más relevantes que los líderes públicos tienen a su disposición en el contexto de innovación acelerada que vivimos.
Para ello, un primer análisis –de esta serie de artículos sobre el tema– se centrará en la distinción teórica básica existente entre los tres principales estilos de liderazgo (transaccional, transformacional, pragmático) que conforman hoy el paradigma dominante y que, entre otros, ha abordado ampliamente Joseph S. Nye, politólogo y profesor de la John F. Kennedy School of Government de Harvard.
En primer lugar, el estilo de liderazgo transaccional se concentra en el presente desde una óptica gerencial y está basado en criterios de eficiencia. Asimismo, apela a incentivos particulares para influir en la actuación de sus seguidores, y lo hace recurriendo fundamentalmente a los recursos de poder duro (el poder de mandar), cuyas características se basan en la combinación de la amenaza y la coerción (“palos”) y la recompensa y los incentivos (“zanahorias”).
En segundo lugar, el estilo de liderazgo transformacional aprovecha los acontecimientos que se producen en un contexto determinado (conflictos, crisis, etcétera), usándolos como “ventanas de oportunidad”. Este estilo conecta la política con ideas para concienciar, transformando a sus seguidores y, por ende, consiguiendo provocar cambios importantes. A partir de apelar a los intereses colectivos, a los ideales y valores morales de los seguidores, hace que éstos transciendan su interés personal en favor de objetivos superiores del grupo y que nacen del contexto de la relación. De este modo, los seguidores se sienten inspirados para realizar un “trabajo adaptativo” (en términos de Ronald Heifetz) y hacer más de lo que esperaban hacer al principio solo por interés personal. Finalmente, en lugar del uso la coacción y la manipulación de los intereses materiales de los seguidores, el estilo de liderazgo transformacional recurre más a recursos de poder blando (el poder de ganarse a los demás, la capacidad de influir en lo que los seguidores quieren), basado en la inspiración, la persuasión, la influencia y la pedagogía con el fin de obtener resultados.
Finalmente, muchas veces, para lograr determinado objetivos quizá haga falta el uso de un estilo de liderazgo pragmático, basado en una combinación de recursos de poder duro con recursos de poder blando, y cuya proporción en el uso puede cambiar con el tiempo.
Como veremos en próximos artículos, aquello que determina cómo y cuándo se utiliza con más eficacia un determinado estilo y recurso de poder es, sin duda, el contexto.