Como comentábamos en el artículo anterior, el uso de un determinado estilo de liderazgo está condicionado por un determinado contexto.

Los liderazgos, para lograr sus objetivos –ya sean éstos de tipo transformacional, incremental o de mantenimiento del statu quo–, pueden recurrir al uso de recursos de poder blando (estilo de liderazgo transformacional) o de poder duro (estilo de liderazgo transaccional), o a una combinación de ambos recursos (estilo de liderazgo pragmático).

Existen líderes transformacionales que usaron principalmente un estilo transaccional (Lyndon Johnson), líderes transformacionales que usaron principalmente un estilo transformacional (Roosevelt), líderes de “statu quo” con un estilo transaccional (Eisenhower), y líderes incrementales con un estilo transformacional (Clinton).

Teniendo en cuenta que es clave entender el contexto y que éste es muy variable, los téoricos sostienen que el estilo transaccional resulta más frecuente y eficaz en entornos estables y previsibles, y que el estilo transformacional se da con mayor probabilidad en períodos de cambios sociales y políticos rápidos, y con interrupciones.

Más concretamente, pueden darse tres situaciones distintas en las que cabe preveer el estilo de liderazgo más usado y conveniente:

a) si un grupo está bien integrado como comunidad y solo tiene diferencias menores sobre algunas cuestiones, puede que baste con unos objetivos limitados y un estilo transaccional. En este caso, los seguidores pueden buscar un liderazgo más conservador que mantenga un statu quo satisfactorio;

b) si un grupo está integrado en cuanto a su identidad pero se encuentra muy dividido con respecto a la manera de abordar sus problemas, probablemente será más eficaz un liderazgo más transformacional y de poder blando;

c) si un grupo está fragmentado en cuanto a su identidad y sus problemas –como en el caso de muchos países nuevos– puede ser necesaria una combinación de estilo duro transaccional y un estilo blando transformacional.

Sea como fuere, las dos variables (grado de cohesión de la comunidad y grado de unidad respecto a los problemas comunes) que condicionan estas situaciones genéricas no dan respuesta a todos los contextos y es por ello que es fundamental que los liderazgos públicos contemporáneos sean capaces de saber leer y entender la evolución del entorno, aprovechar las tendencias y adaptar el estilo a los nuevos contextos cambiantes y a las necesidades de sus seguidores.

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