La afectación más grave del contexto económico actual es, sin duda, el alto nivel de desempleo alcanzado. En este sentido, las tasas de paro han impactado de lleno en el bienestar social, cuyos factores no son solo aquéllos que afectan a la calidad de una vida digna sino que también hacen referencia a otros que atañen, directa o indirectamente, a la salida de la crisis.
El agravamiento del bienestar se ha convertido en un problema social con repercusiones colectivas y, por lo tanto, no solo incide por completo en las personas desocupadas, sino que afecta a las ocupadas, así como a los agentes sociales y económicos, a la administración pública y al sector empresarial, los cuales conviven en un mismo territorio.
La pobreza y la desigualdad inciden en la competitividad, el consumo y, en términos generales, en la economia. Pero también debilitan la autoestima, la autoconfianza, la dignidad y la búsqueda de oportunidades para un conjunto de personas atrapadas en el paro de larga duración. Es por ello que, en un escenario tan colapsado como el que vivimos, deviene fundamental la existencia de iniciativas comunitarias –creativas, creíbles, pertinentes– dirigidas a reducir la lacra del paro de larga duración. Incluso, ahora mismo, éstas son la única solución posible. Y, asimismo, nacen fruto de la necesidad y la fuerza de un colectivo, siendo la salida para aquellas personas que quieren trabajar pero que no encuentran las oportunidades en el mercado laboral actual.
Estas iniciativas cumplen con tres valores muy significativos que cabe señalar y atender: en primer lugar, se produce la activación de la creatividad de las personas implicadas a la hora de buscar áreas de oportunidad en un escenario estancado en soluciones; en segundo lugar, se encuentra la motivación interna, que se genera cuando se adquiere el protagonismo de esta iniciativa, cuando estas personas se sitúan en el centro de la acción; y, finalmente, es necesario resaltar la idea de que el movimiento genera movimiento, que la ejercitación de las habilidades y las capacidades mejoran la autoestima, la dignidad personal, y que la consecuencia más fehaciente de todo esto es una persona que se activa, que está atenta a los filones de oportunidad y ocupación. Por ende, estar activo aumenta la probabilidad de encontrar una nueva ocupación así como de salir de la pesadilla corrosiva del paro y de sus consecuencias.
Muchas de estas iniciativas se caracterizan por ser acciones novedosas, ajustadas a una realidad concreta –en perfil del colectivo, capital formativo, cultural, territorial…–, siendo producto de una necesidad detectada ex ante. Y esta innovación radica, sobre todo, en la introducción de cambios en el territorio que mejoran la calidad de vida y rehacen el vínculo de las personas desocupadas con el mercado laboral.
La innovación social es resultado de una situación de agotamiento de las estructuras clásicas, desgastadas y desubicadas del contexto actual. Es también la apuesta social emergente para convertirse en el motor y el horizonte de muchas personas que se han perdido en el sistema actual. Por este motivo, todos los actores implicados en un mismo territorio deben tomar nota para establecer puentes de colaboración y alianzas que permitan aumentar el potencial de este tipo de iniciativas, asumiéndolas como la salida a corto plazo más viable.