En la actualidad, el contexto de cambios complejos que afecta la esfera pública pide reinterpretar el ejercicio del poder y, a su vez, desplegar nuevas formas de entender la gobernanza, la intervención pública y la acción colectiva.

Los liderazgos públicos –políticos e institucionales– que quieran constituirse como catalizadores del cambio necesitan de profesionales que no solo les ayuden a articular un horizonte para alcanzarlo, sino también de aquellos que les acompañen a elaborar y trabajar explícitamente las propias condiciones interiores desde la que actúan, profundizando –desde las inteligencias emocional, social y existencial– en la dimensión personal y reflexiva de estos liderazgos. Una de las iniciativas más serias que le da respuesta es aquélla que acompaña a este tipo de liderazgos desde el coaching político, un servicio profesional, confidencial y de alta calidad que, con un elevado nivel de oficio y cualificación técnica, complementa y en ningún caso se solapa con aquellos servicios de asesoría de la acción pública que tendrían que ver con el aspecto más conductual de la proyección exterior del personaje público.

El coaching político invita al líder a hacer una pausa necesaria para repensarse e innovarse con sentido en la esfera profesional y personal, a partir de un proceso tranquilo de indagación interior que quiere contribuir a recentrarlo en sí mismo, actuando de espejo, y a darle un sentido transcendente a su tarea y a su vida. Y, asimismo, es un envite a distanciarse del ruido ensordecedor de la acción pública diaria donde actúa, para regresar después.

Los profesionales del coaching especializado en entornos público-políticos ofrecen a este tipo de liderazgos un acompañamiento que da apoyo a la mejora del desempeño en el ejercicio del poder desde una gobernanza de la cosa pública más consciente y responsable. Y, además, quiere contribuir a transformar la sociedad desde el sujeto a partir del análisis del sentido de su actuación; esto es, desde la indagación de aquello que se está realizando, desde dónde se está realizando, para qué se está realizando, y qué valores se están poniendo en juego.

Asimismo, este tipo de acompañamiento profesional parte de varias estrategias básicas que permiten definir mejor el ejercicio de estos liderazgos. En este sentido, se centra, entre otros aspectos, en a) la expansión de los marcos mentales de quien tiene la misión de gobernar (narrativa estratégica, lenguaje, generación de expectativas y resolución de problemas), b) la potenciación del liderazgo personal (autoconciencia, autoconfianza, autocontrol, empatía, motivación, competencia social), c) el rearme ético de la coherencia entre lo que hace el líder como personaje público i lo que es como persona privada (continuum ser–hacer–tener), y d) la mejora de las capacidades de interiorización, representación y comunicación de una identidad y de unos valores sociales (coherencia del mensaje).

El abordaje de cada estrategia y el trabajo de estas cuestiones tiene un peso relativo en función de la fase del ciclo de vida política en el que se encuentra el líder –adquisición, ejercicio o traspaso de poder–, aunque el coach político acompaña a los liderazgos a afrontar retos que tienen que ver con la gestión de varias dimensiones que conviene fomentar en cualquier fases, desde el aspecto personal, el rol público y la proyección social: a) las percepciones y la representación del mundo, b) el mundo emocional, c) los pensamientos y las creencias, y d) la acción.

En este contexto, el diálogo entre el político y el coach se convierte en un instrumento estratégico para analizar, descubrir, cambiar y adoptar nuevos hábitos de comportamiento donde el cliente deviene más consciente y responsable de sus actos, los controla e influye positivamente en su entorno.

El método de intervención del coaching político analiza los objetivos (a corto, medio y largo plazo), la situación actual (construcción del futuro desde la realidad presente), las opciones (estrategias alternativas que pueden adoptarse), la voluntad y el compromiso para llevar a cabo un plan de acción y mejora diseñado para asegurar el logro de los retos planteados.

Mediante esta metodología se acompaña al líder a alinear su proyecto político y personal, a mapear su entorno y a proponer hitos que resulten con los mejores resultados posibles, a través de una conversación transformadora que se teje para alcanzar estos fines desde una versión mejorada de uno mismo, que empuja al líder (o coachee político) a ordenar su conocimiento o sentido de realidad.

Solo tras haber indagado en la consciencia de la finalidad (qué se quiere hacer) y la posibilidad (qué se puede hacer), pero también en el conocimiento de la instrumentalizad (qué se debe hacer) y en el sentido de la oportunidad (cuándo se debe hacer) y la razonabilidad (cómo se debe hacer), el líder se encuentra en las mejores condiciones de proponer un cambio conveniente y la decisión posible.

En definitiva, el coaching político se presenta como una forma más de acompañamiento de los liderazgos, constituyendo una apuesta para restaurar la grandeza de la política de los valores, desde la práctica comprometida, y para enriquecer una sociedad responsable en el siglo XXI.

Porque, en términos weberianos, hoy más que nunca hacen falta liderazgos éticos y eficaces que piensen e imaginen el arte de lo imposible para después ser capaces de poder inspirar lo posible.

[Artículo publicado en la revista Àmbits, Col·legi de Politòlegs i Sociòlegs de Catalunya – COLPIS]

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